viernes, 25 de julio de 2008

VUELVO CON EL HOSPITAL ALVEAR

Luego de un lapso interminable por quienes hemos compartido horas dolorosas, volveré pronto con el interminable recuerdo de su paso, especialmente con los míos propios y del colega, compañero de Guardia del Hospital Alvear y el amigo de compartir horas y horas en familia, el Dr. Roberto Bonelli, que se ha comprometido a ayudarme en estos lapsus propios... y que esacapan a mi memoria. Desde ya, mi agradecimiento a ese amigo y a Elizabeth, su esposa , sus hijas Marcela (MEDIO CHAMACA AHORA), Karina y sus nietos, razón y ser.

Más luego incluiré esas increíbles e histriónicas formas suyas de contar.


lunes, 5 de mayo de 2008

Anécdota II

HOSPITAL FERNÁNDEZ OTRA VEZ
PRACTICANTE


El trío Pepe, Ronaldo, Castro, fueron llamados antes de dejar la guardia a las 8 de la mañana por el Director del Hospital, que para ese entonces ocupaba el cargo, el padre de otro practicante y compañero de guardia a la vez.
Tuvieron que dar cuenta, no sin poca vergüenza y aceptar que habían sido los autores de que flameara una bombacha en lugar de la bandera argentina, en el mástil de la entrada del hospital.
Si entonces provocaba risas el gustito de la ranada, con el tiempo, él lo contaba entre risueño por la saudade y mostrando a sus hijos la implicancia del hecho que en su momento había sido gracioso.
Las bromas, para aquellos años, entre 1950 y 1958 se acostumbraban en las guardias de los hospitales. A veces eran muy fuertes, pero ellos cumplían con la atención en la guardia como les correspondía, so pena de ser sancionados por el Jefe.
Vendrá una tercera.

Anécdota I.


HOSPITAL FERNÁNDEZ - PRACTICANTE DE GUARDIA
Pepe, siempre mentor con otros dos con los queque formaba un trío muy mentado en las ideas para los "bautizos" de los nuevos, por una vez le tocó tomar de su propia medicina. Tenía que rendir una de las últimas materias y se recostó en la habitación de los practicantes del 10º piso. Le había pedido permiso al jefe y al mucamo, le recordó que lo despertara, porque debía irse antes de terminar la guardia. lLo del permiso al jefe era imprescindible porque cumplían el horario y trabajaban a full. El mucamo, a las 7 lo despertó y como era muy ajustado el tiempo para llegar a horario, saltó de la cama y lo primero que hizo fue querer calzarse los zapatos, ya que antes de acostarse se había duchado para ganar tiempo.
Sus pies se introdujeron en un mar de orina . Los puso sobre la estufa para secarlos y se fue al examen sin saber jamás quién había osado vengarse de él.

sábado, 26 de abril de 2008

Dr. Pepe.












Lo había decidido cuando a los cinco años trepó a una ventana del hospital de su barrio y vio cómo un doctor le aplicaba una inyección en el brazo a un chico que lloraba. Los que iban con él, pibes también le dijeron que mirara el cartel que decía " Vacuna". No entendió bien eso de vacuna, pero la cosa le gustó y ese día se prometió que sería doctor.
En la casa hablaban un dialecto italiano que le complicaba bastante en la escuela, mas con su memoria privilegiada de todos los tiempos, en sus cuadernos no habían faltas de ortografía. Las maestras del pobrecito colegio en el que hizo la primaria, tan pobre y tan humilde como el barrio, lo paseaban por las aulas por ser el más lindo y el más bueno. En su cara mate brillaban dos ojos negros pequeños, penetrantes, pícaros, con un fulgor particular. La cabecita parecía hecha con compás, por su redondez perfecta sostenida por un cuerpo chiquito, delgado, flexible como un junco.
En el equipo de fútbol de su barrio ocupaba siempre el arco. Fue arquero hasta cuando ya médico jugaba en el equipo de su hospital contra otros hospitales. Volaba, palomita en el aire, graciosamente con sus manos delicadas de dedos finos, nervudos, que no cuidó jamás.
Tampoco lo hizo con su vida pero sí con las familias del barrio que lo vio nacer y las de los que atendía en los hospitales en que hizo su carrera hasta llegar a jefe de guardia.Lo llamaban doctor Pepe, sobrenombre y nombre a la vez. Así era conocido.

El Dr. Pepe. Y él respondía al nominativo con la llaneza propia del que se decía a sí mismo, yo no soy médico del hospital, soy un empleado municipal. Acostumbraba a hacer una distancia efímera y primera con sus pacientes, que duraba el tiempo de traspasar la puerta del consultorio e inmediatamente se convertía en el solucionador del problema médico o familiar, según fuera el caso.

El leiv motiv del Dr. Pepe era"tengo que" y ese tengo que, hacía que su vida estuviera al servicio de los demás las 24 horas del día. Esa vida que convirtió en una guardia permanente de 24 horas todos los días de su vida, anque los domingos. Además de Dr. Pepe, cariñosamente le decían Superman, cuero crudo, Doc, Pepito, Jefe.Infinidad de anécdotas lo pintan de cuerpo entero. Algunas muestran la humilad para ejercer la profesión, otras su fuerza para ponerla en práctica, otras el impacto que producían sus diagnósticos certeros.
Sólo pudo volterlo el cáncer veloz y arteramente, que lo sacó de su "tengo que hacer". Quizás por conocerlo tanto, se pueda creer en la fascinación que este hombre me produjo durante 61 años, pero la he compartido con cuantos lo conocieron. Un homenaje para vos, mi amor de toda la vida, Dr. Pepe.